Page 264 - Kraken - China Mieville
P. 264
mareo?, se preguntaban los sensibles. ¿Qué era esa
nueva incomodidad, esa nueva dolencia fría? Ah,
ya, empezaron a caer en la cuenta. Eso es lo que es.
Es miedo.
Los animales también estaban asustados. Las
ratas se refugiaban. Las gaviotas regresaban al
mar. Los zorros de Londres caían en celo en medio
de un aterrado amalgama hormonal, y su
adrenalina los convertía en buenas presas para las
secretas cazas urbanas. Para la mayoría de
londinenses, todo esto era de momento patente tan
solo en una epidemia de ajonje, el guano del terror,
cuando las palomas empezaron a cagarse. Las
tiendas estaban cubiertas. En Chelsea, Anders
Hooper miró el escaparate de ¡Toma Nipón! e hizo
un gesto de asco. Con un suave din don se abrió la
puerta. Goss y Subby entraron.
—¡Bertrand! —dijo Goss, y lo saludó con la
mano amistosamente. Subby se quedó mirando—.
¡Me dejaste tan emocionado que tenía otra
pregunta que hacerte!
Anders retrocedió. Buscó a tientas su teléfono
móvil. «Llámenos si vuelve a tener noticias suyas,
¿de acuerdo?», le había dicho Baron, y le había
dado una tarjeta, cuya ubicación estaba tratando
263

