Page 120 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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Los hombres saltaron a tierra, chapoteando.
Desinflaron el bote e hicieron de él un paquete.
Luego, de pie junto a la orilla lluviosa, trataron de
fumar. Pasaron unos cinco minutos antes que,
estremeciéndose, con el encendedor invertido y
protegido por las manos, pudieran aspirar unas
pocas bocanadas de unos cigarrillos que se mojaban
rápidamente y que una repentina ráfaga de lluvia
les arrancaba de la boca.
Echaron a caminar.
—Un momento —dijo el teniente—. Creo haber
visto algo ahí adelante.
—¿La cúpula solar?
—No estoy seguro. La lluvia se cerró en seguida.
Simmons comenzó a correr.
—¡Simmons, vuelva!
Simmons desapareció bajo la lluvia. Los otros lo
siguieron.
Encontraron a Simmons en un claro de la selva. Se
detuvieron y miraron a Simmons, y lo que
Simmons había descubierto.
El cohete.
Allí estaba, donde lo habían dejado. Habían dado,
de algún modo, una vuelta completa, y se
encontraban otra vez en el punto de partida. Entre
los restos del cohete yacían los dos cadáveres. Unas
algas verdes les salían de las bocas. Se quedaron
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