Page 124 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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La tormenta descargó sobre los hombres una nueva


           serie  de  relámpagos,  y  luego  se  alejó.  Y  otra  vez


           volvió a sentirse sólo la lluvia. El agua limpió el aire

           rápidamente  y  borró  el  olor  de  la  carne


           chamuscada. Y los tres sobrevivientes se sentaron a


           esperar  a  que  se  les  calmaran  los  sobresaltados


           corazones.



           Luego se acercaron al cuerpo, pensando que quizá

           podrían salvarle la vida. No podían creer que no


           fuese posible ayudarlo. Era una actitud natural. No


           admitieron  la  muerte  hasta  que  la  tocaron,


           pensaron en ella, y empezaron a discutir si debían

           enterrar el cadáver o dejarlo allí para que la selva


           misma lo sepultara con las hojas que crecerían en


           no más de una hora.



           El  cuerpo  del  hombre  era  un  hierro  retorcido


           envuelto  en  un  cuero  chamuscado.  Parecía  un

           maniquí  de  cera,  metido  en  un  incinerador  y


           retirado  en  seguida,  cuando  la  cera  comenzaba  a


           aplastarse alrededor del esqueleto de carbón. Sólo

           la dentadura era blanca. Los dientes brillaban como


           un raro brazalete blanco, caído a medias sobre un


           puño apretado y negro.



           —No debió correr —dijeron todos, casi al mismo


           tiempo.



           Y mientras miraban el cadáver, la vegetación creció

           rápidamente  a  su  alrededor,  ocultándolo  con










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