Page 137 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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—Tengo  un  arma  que  dice  que  sí.  Ya  nada  me


           importa.  No  estoy  loco  todavía,  pero  no  tardaré


           mucho en estarlo. Y no quiero morir de ese modo.

           Tan pronto como usted se aleje dispararé contra mí


           mismo.



           —¡Simmons!



           —Oiga, es cuestión de tiempo. Morir ahora o dentro


           de un rato. ¿Qué le parece si al llegar a la próxima


           cúpula se encuentra con el techo agujereado? Sería

           magnífico, ¿no?



           El  teniente  esperó  un  momento,  y  al  fin  se  fue,


           chapoteando  bajo  la  lluvia.  Se  volvió  una  vez  y


           llamó a Simmons, pero el hombre siguió allí, con el

           arma  en  la  mano,  esperando  a  que  el  teniente  se


           perdiera de vista. Simmons sacudió la cabeza y le


           hizo una seña como para que siguiera caminando.



           El teniente no oyó ni siquiera la detonación.



           Mientras  caminaba  masticó  unas  flores.  No  eran

           venenosas ni tampoco muy nutritivas. Las vomitó


           un minuto después.



           Trató de hacerse un sombrero con hojas. Pero ya lo


           había intentado otras veces. La lluvia le disolvió las

           hojas sobre la cabeza. Desprendidas de sus tallos las


           hojas  se  le  pudrían  rápidamente  entre  los  dedos,


           transformándose en una masilla gris.



           —Otros cinco minutos —se dijo a sí mismo—. Otros


           cinco  minutos  y  luego  me  meteré  en  el  mar  y






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