Page 138 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
P. 138

seguiré caminando. No estamos hechos para esto.


           Ningún  terrestre  ha  podido  ni  podrá  soportarlo.


           Los nervios, los nervios.



           Avanzó  tambaleándose  por  un  mar  de  fango  y

           follaje, y subió a una loma.



           A lo lejos, entre los finos velos del agua, se veía una


           débil mancha amarilla. La otra cúpula solar.



           A  través  de  los  árboles,  muy  lejos,  un  edificio


           redondo  y  amarillo.  El  teniente  se  quedó

           mirándolo, tambaleante.



           Echó a correr, y volvió a caminar. Tenía miedo. ¿Y


           si  fuese  la  misma  cúpula?  ¿Y  si  fuese  la  cúpula


           muerta, sin sol?



           El  teniente  resbaló  y  cayó  al  suelo.  Quédate  ahí,

           pensó. Te has equivocado. Todo es inútil. Bebe toda


           el agua que quieras.



           Pero se incorporó otra vez. Cruzó varios arroyos, y


           el resplandor amarillo se hizo más intenso, y echó a


           correr otra vez, quebrando con sus pisadas espejos

           y vidrios, y lanzando al aire, con el movimiento de


           los brazos, diamantes y piedras preciosas.



           Se  detuvo  ante  la  puerta  amarilla  donde  se  leía


           CÚPULA SOLAR. Extendió una mano entumecida

           y la tocó. Movió el pestillo y entró, tambaleándose.



           Miró a su alrededor. Detrás de él, en la puerta, los


           torbellinos  de  la  lluvia.  Ante  él,  sobre  una  mesa


           baja,  un  tazón  plateado  de  chocolate  caliente,





                                                                                                          137
   133   134   135   136   137   138   139   140   141   142   143