Page 146 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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suspiro.  Y  a  la  mañana  siguiente,  a  la  hora  del


           desayuno, mientras papá extendía la manteca sobre


           su tostada, yo bajaba los ojos y veía la valija negra a

           sus pies. Mamá se levantaba tarde.



           —Bueno, hasta pronto, Doug —me decía papá, y


           nos dábamos la mano.



           —¿Tres meses?



           —Eso es.



           Y  papá  se  alejaba  por  la  calle,  sin  tomar  un


           helicóptero,  o  un  ómnibus,  llevando  debajo  del

           brazo el uniforme escondido en la valija. No quería


           parecer  orgulloso  exhibiéndose  como  un  hombre


           del espacio.



           Mamá bajaba a desayunar, sólo una tostada seca,

           una hora más tarde.



           Pero ahora era de noche, la primera noche, la mejor,


           y papá no miraba mucho las estrellas.



           —Vamos a la feria de la televisión —dije.



           —Bueno —dijo papá. Mamá me sonrió.



           Y  volamos  a  la  ciudad  en  un  helicóptero  y  le

           mostramos  a  papá  mil  espectáculos,  para  que  no


           alzara la cabeza, para que nos mirara, y no mirara


           nada  más.  Y  mientras  nos  reíamos  con  las  cosas


           graciosas y nos poníamos serios con las cosas serias,

           yo pensaba:












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