Page 149 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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El traje era negro, y lustroso, con botones de plata,
y botas de guarniciones de plata. Parecía como si
los brazos, las piernas y el cuerpo hubiesen sido
arrancados de alguna nebulosa oscura. Unas
débiles estrellitas brillaban apenas a través de la
nebulosa. El traje ceñía el cuerpo como un guante
que ciñe una mano larga y fina, y tenía un olor a
aire frío, metal y espacio. Tenía el olor del fuego y
el tiempo.
Papá nos sonreía torpemente desde el centro de la
habitación.
—Date vuelta —dijo mamá.
Los ojos de mamá miraban a papá como desde muy
lejos.
Cuando papá salía de viaje, mamá no hablaba de él.
Sólo hablaba del tiempo, o de que tenía que lavarme
la cara, o de que no podía dormir. Una vez me dijo
que la luz era muy fuerte de noche.
—Pero no hay luna esta semana —le dije.
—Entra la luz de las estrellas.
Salí y compré unas persianas más verdes y más
oscuras. Esa noche, mientras estaba acostado, oí
cómo mamá las bajaba. Las persianas susurraron
largamente.
Una vez quise cortar el césped.
—No —dijo mamá desde el umbral—. Guarda esa
máquina.
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