Page 150 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
P. 150

El pasto creció libremente durante casi tres meses.


           Papá lo cortó cuando vino a casa. Mamá no quería


           que  yo  arreglase  la  mesa  que  preparaba  el

           desayuno, o la máquina lectora. No me dejaba tocar


           nada, lo guardaba todo como para las navidades. Y


           luego  venía  papá  y  martillaba  y  remendaba,


           sonriendo, y mamá sonreía, feliz, a su lado.



           No,  nunca  hablaba  de  papá  mientras  él  estaba

           ausente.  En  cuanto  a  papá,  nunca  trataba  de


           llamarnos a través de ese billón de kilómetros. Una


           vez nos dijo:



           —Si  os  llamase,  querría  veros.  No  podría  vivir

           tranquilo. Y otra vez papá me dijo:



           —Tu  madre  me  trata  a  veces  como  si  yo  no


           estuviese aquí, como si yo fuese invisible.



           Yo ya lo sabía. Mamá miraba más allá de papá, por


           encima de su cabeza. Le miraba las mejillas, o las


           manos; pero nunca los ojos. Cuando lo hacía, los

           ojos  de  mamá se  cubrían  con  una  tenue  película,


           como  un  animal  que  va  a  dormirse.  Mamá  decía


           que sí en los momentos oportunos, y sonreía, pero

           siempre un poco tarde.



           —No estoy para ella —decía papá.



           Pero otros días mamá estaba allí y papá estaba para


           mamá,  y  se  tomaban  de  la  mano,  y  paseaban


           alrededor de la manzana, o salían en automóvil, y


           los cabellos de mamá flotaban en el aire como los

           de una chica, y mamá apagaba todos los aparatos




                                                                                                          149
   145   146   147   148   149   150   151   152   153   154   155