Page 153 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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azules,  estremeciéndose,  hermosas  y  tristes.


           Hablábamos  de  esas  cosas,  pero  no  de  lo  que  yo


           quería.  Y  papá  me  escuchaba.  Sí,  me  escuchaba,

           como  si  quisiera  llenarse  con  todos  los  sonidos.


           Escuchaba el viento, y el romper de las olas, y mi


           voz, con una atención apasionada y constante, una


           concentración  que  excluía,  casi,  los  cuerpos,  y


           recogía  sólo  los  sonidos.  Cerraba  los  ojos  para

           escuchar. Recuerdo cómo escuchaba el ruido de la


           cortadora  de  césped,  mientras  hacía  a  mano  ese


           trabajo, en vez de usar el aparato de control remoto,

           y cómo aspiraba el olor del césped recién cortado


           mientras las hierbas saltaban ante él, y detrás de la


           máquina, como una fuente verde.



           —Doug  —me  dijo  a  eso  de  las  cinco  de  la  tarde,


           mientras  recogíamos  las  toallas  y  echábamos  a

           caminar  por  la  playa,  hacia  el  hotel,  cerca  del


           agua—. Quiero que me prometas algo.



           —¿Qué, papá?



           —Nunca seas un hombre del espacio.



           Me detuve.



           —Lo  digo  de  veras  —me  dijo—.  Porque  cuando

           estás  allá  deseas  estar  aquí,  y  cuando  estás  aquí


           deseas estar allá. No te metas en eso. No dejes que


           eso te domine.



           —Pero…











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