Page 158 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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De  pie  en  el  umbral,  papá  escuchaba  al  canario


           amarillo que cantaba en su jaula de oro.



           —Bueno. Lo he decidido —me dijo—. La próxima


           vez que venga a casa, será para quedarme.


           —¡Papá! —exclamé.



           —Díselo  a  tu  madre  cuando  despierte  —me  dijo


           papá.



           —¿Lo dices de veras? Papá asintió muy serio.



           —Hasta dentro de tres meses.



           Y allá se fue, calle abajo, con su uniforme escondido


           en la valija, silbando y mirando los árboles altos y

           verdes,  y  arrancando  las  moras  al  pasar


           rápidamente al lado de los cercos, y arrojándolas


           ante  él  mientras  se  alejaba  entre  las  sombras

           brillantes de la mañana…



           Cuando  habían  pasado  algunas  horas  desde  la


           partida de papá, le hice a mamá varias preguntas.



           —Papá dice que a veces parece que no lo oyeras o


           que  no  pudieses  verlo.  Y  entonces  mamá,


           serenamente, me lo explicó todo.


           —Cuando empezó a viajar por el espacio, hace ya


           diez años, me dije a mí misma: «Está muerto. O lo


           mismo  que  muerto.»  Así  que  pensé  en  tu  padre


           como  si  estuviese  muerto.  Y  cuando  tu  padre

           regresa,  tres  o  cuatro  veces  al  año,  no  es  él


           realmente, sólo es un sueño, un recuerdo agradable.


           Y si el sueño se interrumpe o el recuerdo se borra,




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