Page 169 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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—Globos azules —dijo el padre Stone sacudiendo
la cabeza—. ¡Un circo!
El padre Peregrine sintió que la sangre le golpeaba
en las muñecas. Miró el pueblecito fronterizo, con
sus pecados frescos y recientes, y miró las antiguas
colinas, con los más viejos y sin embargo (para él)
más nuevos pecados.
—Alcalde, ¿sus irlandeses podrán cocinarse un día
más en el infierno?
—Les daré una vuelta, preparándolos para su
llegada, padre.
—Entonces, iremos allá —dijo el padre señalando
las colinas con un movimiento de cabeza.
Un murmullo.
—Sería algo tan simple —explicó el padre
Peregrine— ir al pueblo. Prefiero pensar que si el
Señor viniese a este planeta y le dijeran: «Este es el
viejo sendero», El replicaría: «Mostradme los
matorrales. Yo abriré el sendero.»
—Pero…
—Padre, piense cómo nos pesarían las conciencias
si pasáramos junto a unos pecadores sin tenderles
la mano.
—¡Pero globos de fuego!
—Me imagino que los animales cuando vieron por
primera vez al hombre pensaron que era bastante
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