Page 175 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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metros de distancia del lugar donde habían caído


           unas cuantas toneladas de piedra.



           La luz azul se desvaneció.



           Los padres se tomaron por los brazos.



           —¿Qué ha ocurrido?


           —¡Los fuegos azules nos trajeron aquí!



           —¡Hemos venido corriendo!



           —No, los globos nos salvaron la vida.



           —¡Imposible!



           —Pues así ha sido.



           El cielo estaba desierto. Parecía como si una enorme


           campana                 hubiese              dejado             de         sonar.           Las

           reverberaciones  golpeaban  aún  los  dientes  y  las


           médulas de los padres.



           —Vámonos de aquí. Usted va a matarnos.



           —No he temido a la muerte durante muchos años,


           padre Stone.


           —No  hemos  probado  nada.  Esas  luces  azules


           huyeron al oír el primer grito. Todo esto es inútil.



           —No. —El padre Peregrine se sentía poseído por


           una  maravillosa  obstinación—.  Nos  salvaron,  de


           algún modo. Eso prueba que tienen alma.



           —Eso  prueba  solamente  que  pueden  habernos

           salvado.  Fue  algo  confuso.  Quizá  escapamos  por


           nuestros propios medios.






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