Page 177 - El hombre ilustrado - Ray Bradbury
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usted            arriesgando                   todas            nuestras                vidas.


           ¡Deberíamos estar en la Primera Ciudad, sacando el


           licor de las gargantas de los hombres y el perfume

           de las manos!



           —¿No  puede  usted  reconocer  lo  humano  en  lo


           inhumano?



           —Reconozco  más  fácilmente  lo  inhumano  en  lo


           humano.



           —Pero, ¿y si yo pruebo que estos seres conocen el

           pecado,  conocen  la  moral,  y  gozan  de  libertad  e


           inteligencia?



           —Le costará convencerme.



           La  noche  se  enfriaba  con  rapidez,  y  los  padres


           miraron  las  llamas  donde  bailaban  unos

           trastornados  pensamientos,  y  comieron  unos


           bizcochos y unas fresas, y luego se abrigaron para


           dormir  bajo  la  armonía  de  los  astros.  Y  antes  de


           volverse por última vez, el padre Stone, que estaba

           pensando  en  cómo  molestar  al  padre  Peregrine,


           miró las brasas rosadas y dijo:



           —No hubo Adán y Eva en Marte. No hubo pecado


           original.  Quizá  los  marcianos  viven  en  gracia  de

           Dios.  Así  que  podríamos  volver  a  la  ciudad  y


           comenzar a trabajar con los terrestres.



           El  padre  Peregrine  se  prometió  a  sí  mismo  rezar


           una  oración  por  el  padre  Stone,  que  se  había










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