Page 49 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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colcha sobre la que contrastaba su pelo oscuro y su
marfileño rostro. Estaba tumbada de espaldas, los brazos
cruzados, serena como en el sueño o en la muerte. La
carabina más vieja dormía en un catre dispuesto al este de
su cama y la más joven e inflexible de las monjas guerreras
al oeste. Una dama de compañía dormía de pie.
El cabecero de la cama se apoyaba contra la pared, a
varias zancadas de la ventana junto a la que estaba el
caballete de Nilufer.
Fue por la ventana —no la noche del día en el que la
princesa discutió con la bruja, sino otra, cuando las noches
eran más templadas— por donde llegó el bandido Temel.
Escaló la torre como siempre han llegado los príncipes a sus
damas, subiendo por una cuerda blanca de seda con nudos
a cada brazo de distancia para dejarse un lugar en el que
descansar los pies y las manos. Pasó sigilosamente por el
alféizar de la ventana y se acurrucó junto al muro, con las
manos enguantadas extendidas como arañas.
Había tenido la previsión de ir de blanco, con una
capucha y una máscara que le cubrían el pelo y todo el rostro
menos los ojos, de forma que prácticamente no se le veía
contra la pared de mármol.
Las guardianas ni se movieron. Pero Nilufer se

