Page 51 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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con modestia y después continuó—: y he venido a traerte un
regalo.
—Me dan igual tus regalos. —Nilufer era fuerte. No le
temblaron los brazos, que emergían de las aberturas del
camisón tan rectos y blancos como su arco, aunque aquella
era un arma asesina y no un mero juguete para una chica.
La sonrisa del bandido era visible incluso a través de la
seda blanca de su máscara.
—Este te gustará.
No hubo respuesta. Ella tenía la cabeza y el cuello
erguidos. Él podía ver, incluso bajo la luz de la luna, cómo a
ella se le emblanquecían las desprotegidas puntas de los
dedos con los que agarraba la cuerda. Seis milímetros de
carne inmóvil era todo lo que impedía su muerte.
Él se humedeció los labios, mojando la seda.
—Quizá solo vine a ver a la mujer que un día será
Nilufer Katún.
—No quiero ser katún —replicó Nilufer.
—¿Para qué otra cosa vales? —se mofó el bandido.
Nilufer alzó los ojos a la altura de los suyos. No era lo

