Page 103 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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otra parte, también podríais contentaros con gozar,
pasarlo bien. Echar un baile. Esto de aquí es diver‐
tido, ¿sabéis? A lo mejor resulta que os transfor‐
máis más pronto en el Jardín, por medio del placer.
Sean sonrió, malévolo:
—¿Acaso Dios se dejó clavar en la cruz para
que nosotros pudiéramos divertirnos? Como dice
el viejo chiste...
—¡Ah! A ese Dios, tal vez lo crucificaron. Pero
no le ocurrió lo mismo al de aquí. Este es un Dios
divertido.
—Entonces, ¿para qué el Infierno del otro he‐
misferio? ¿Qué tiene eso de divertido? —preguntó
Muthoni.
—Es instructivo —replicó Jerónimo con aire de
sentirse ofendido—. ¿No te gusta su Jardín? ¿No
quieres ser instruida?
Meneó la cabeza.
—No, no es cuestión de hacerse freír si no
quieres divertirte en su Jardín. ¿No ves que todo es
parte de la alquimia? Pero no. Ya me doy cuenta de
que todavía no lo ves. Ya lo verás. Sean sí ve, ¿ver‐
dad? Y Denise también ve un poco.
—¿Y tú?
—¡Ah! Yo veo muchas cosas. Me guste o no, yo
soy el testigo.
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