Page 128 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 128
cavado en un terrón del suelo por aquí, restregado
contra un matojo por allá, y se convertía en su pro‐
pio miedo, que le apuntaba directamente.
Intentó pensar. ¿Serían así las cosas en otros
tiempos..., para el infrahombre y para la bestia de
las capas más primitivas de mi cerebro? Él miedo le
espiaba desde una azalea de color anaranjado de‐
tonante, pero él veía como un objeto monocromáti‐
co, casi plano, desprovisto de significado alguno a
no ser aquel rastro de miedo, y aquella delgada ve‐
ta dorada que lo prolongaba a través del aire hasta
la mata siguiente. ¿Cómo se fertilizan estas flores,
puesto que no hay insectos? ¿Cómo se sostiene to‐
do esto? Pensamientos que se tundían en el oro lí‐
quido del miedo... El unicornio es un animal para‐
dójico que hasta ahora no había existido jamás, ex‐
cepto en la imaginación. «Dios», la entidad supe‐
rior, también es una paradoja, ¿incluso para sí
mismo, quizá? El miedo áureo le deslumbraba co‐
mo un rayo de sol en los ojos. Una flor de miedo le
dejaba atónito desde una mancha de hierba piso‐
teada. El furor crecía dentro de él. Y él aplastaba el
miedo a pisotones y aguzaba en el furor su pica de
cazador.
Delante de ellos, un gran rododendro se agita‐
ba como si dentro de él alguien estuviese revolcán‐
dose de un lado a otro. Muchas flores cayeron. Se
128

