Page 168 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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el gallo desplumado que tenía agarrado por la mo‐
lleja.
—Su mente consciente se halla casi extinguida,
¿no lo veis? Por eso no pueden discriminar. Eso es
lo que hace la mente consciente: discrimina. La
mente consciente es bastante indiscriminada. Me
preguntaba yo de dónde había sacado esa noción
de que el Infierno no tiene partes distinguibles...
Bien, pues no las tiene. Por eso, el lado opuesto de
ese puente es el mismo que el lado en donde están
ellos, es un reflejo. Pero ellos ansían cruzar el puen‐
te. Cruzar un puente es... un acto de desarrollo. Pe‐
ro ellos no consiguen sino encontrarse consigo
mismos; nadie logra cruzar. Cuanto más luchan,
más vanos resultan sus esfuerzos. Ellos todavía no
pueden pensarlo; no saben pensar en paradojas to‐
davía.
—Una paradoja fue lo que me espetó a mí —se
animó Denise—. El unicornio es un animal fabulo‐
so, o sea que es una paradoja, ¿no? Como los peces
en tierra firme. Y Muthoni es ahora misino una pa‐
radoja andante —añadió con cierta malicia—. ¡Una
paradoja moteada!
Sean la interrumpió:
—Lo que aquí tenemos son los opuestos, con‐
fundidos, que frustran y torturan a todos, como el
hielo y el fuego, lo uno al lado de lo otro... En el
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