Page 171 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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El martillo se abatió sobre un trozo de plancha

               incandescente, destinado a convertirse en un peto.

               Un segundo tentáculo lo retiró del yunque, lo su‐


               mergió en el aljibe (que tras despedir un chorro de

               vapor se secó al instante), y lo arrojó al montón de

               piezas de armadura ya terminadas. La mujer flaca


               maniobró  frenéticamente  la  bomba  para  volver  a

               llenar el  depósito.  Un  hilillo  de  agua brotó de  un

               tubo  que,  seguramente,  se  prolongaba  hasta  el


               propio lago.

                      Denise  se  acuclilló  al  lado  de  aquella  obrera


               espectral.

                      —Te vendiste al herrero, ¿no?

                      —¡A cambio de una armadura de cuerpo ente‐


               ro! —replicó la otra.

                      —¿Para qué?


                      —¡Para proteger mi cuerpo, naturalmente! Para

               defender mi belleza. Así no podrán violarme. Si no

               ha ocurrido mil veces no ha ocurrido ninguna. Es‐


               taré segura.

                      —Pero... ¿acaso no se da cuenta de su aspecto

               actual?


                      —¿Qué queréis? ¡Largaos de aquí!

                      La mujer hizo ademán de golpear a Denise, pe‐

               ro la cadena era demasiado corta.


                      La máquina echó otra pieza sobre el yunque y

               de nuevo se puso a martillar.

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