Page 172 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—¿Qué aprenderá de ella sobre la vida huma‐

               na? —meditó Sean—. ¡O tal vez sí! Aprende lo iló‐

               gico, lo irracional. La obsesión. La paranoia. Quizá


               sea justo el trueque. Un personaje a cambio de una

               armadura, ése es el trato. Me pregunto si le gusta‐

               ría andar desnuda por el Jardín. A lo mejor se hizo


               un delantal de hojas de parra...

                      —¿Por qué no? —le objetó Muthoni, malhumo‐

               rada—. ¿Por qué ha de andar la gente dando el es‐


               pectáculo para que Dios haga de mirón? Vosotros,

               los psicólogos, lo confundís todo. ¿Cuál era la últi‐


               ma moda en la época en que empezamos nuestro

               viaje?  ¿La  terapia  de  violación?  ¿La  terapia  del

               abuso neo‐zen? Equiparse a sí mismo con todos los


               traumas que uno no tiene, por ser ilusorio que uno

               no los tenga. Y cuando uno sabe que no los tiene...


               Como queríamos demostrar: Satori.

                      Sean contempló a la vieja sudorosa.

                      —No  es  fácil  recordar  las  modas  de  hace  dos


               siglos.  ¿La  integración  de  la  autohostilidad?  ¿Re‐

               educación de los centros de placer‐dolor? Creí que

               los colonos de la Copernicus habían sido mejor se‐


               leccionados que todo eso...

                      Denise se burló de él:

                      —En primer lugar, hay que estar un poco chi‐


               flado  para  querer  hacerse  colonos.  ¡Ah!  No  digo

               que no existiera el espíritu de aventura. Y la obse‐

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