Page 173 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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sión  también.  Se  necesitan  obsesos  para  poner  en

               marcha una colonia, gente que aspire a una ruptura

               traumática  y  masiva  con  todo  lo  anterior.  ¡Tanto


               como  buenos  agricultores  y  buenos  técnicos,  hace

               falta  gente  dispuesta  a  emprender  su  propio  ca‐

               mino!  Folie  á  plusieurs,  Sean.  Es  preciso  que  noso‐


               tros mismos estuviéramos algo locos para someter‐

               nos  al  largo  sueño  congelado.  ¿No  te das  cuenta?

               Yo estaba fuera de mis cabales. La Tierra era mal


               lugar para una ecóloga, era un insulto a mi voca‐

               ción.  ¡Ah!  ¡Pues  no  debieron  entrar  pocos  drôle  de


               types en los tanques de hibernación! ¡Para no men‐

               cionar  a  Monsieur  Knossos!  ¡Y  tú  también  debiste

               ser  un  poco  chiflado,  Sean!  Por  eso  nos  encontra‐


               mos en este mundo de locos, la mitad del cual es

               un manicomio en pleno funcionamiento, y la otra


               mitad  una  residencia  de  reposo  para  lobotomiza‐

               dos.

                      —¿Sabes  una  cosa,  Denise?  A  lo  mejor  tienes


               razón.  Quizá  Dios  tuvo  que  construir  un  Infierno

               para calcinar las locuras de la gente, dando vueltas

               y vueltas, como la armadura sobre el yunque, pri‐


               mero calentada al rojo vivo y luego sumergida en

               agua fría para templarla.

                      —¡Ah!  ¿Así  que  ahora  ves  símbolos  en  todas


               partes? ¿Incluso en una herrería?

                      —Claro. Es un paisaje simbólico, ¿o no?

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