Page 176 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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hombre  se  consume  a  sí  mismo  al  desahogar  sus

               pasiones,  con  su  sed  de  sangre,  dando  paso  a  su

               demonio  interior,  y  transforma  su  humanidad  un


               una síntesis del choque de opuestos, arrojado al In‐

               fierno sin orden ni concierto. El mal lucha y triun‐

               fa..., para ser asumido al final. En la ecología psí‐


               quica todo esto tenía una lógica, por encima de la

               ecología blanda y sensitiva de Denise.

                      La cámara se volvió hacia Muthoni.


                      —¿En  qué  consiste  el  sentirse  vivo?  Contesta

               espontánea mente.


                      —¡Máquina estúpida! No es algo que se sienta

               como el tacto de una piedra, o como el calor o el

               hambre. Es... es...


                      —Es algo más grande que el conocimiento que

               podemos alcanzar de ello —Sean la sacó del apu‐


               ro—. El «yo» que conoce no es más que una isla en

               el  océano  preconsciente...,  pero  sin  ese  océano,  la

               isla  no  podría  existir.  Si  llegáramos  a  ser  «super‐


               conscientes», me pregunto si llegaríamos a olvidar

               el hecho de la conciencia..., o si la conciencia ordi‐

               naria sería entonces ese océano. Si Dios es «super‐


               consciente», nosotros seríamos..., ¿tal vez seríamos

               su conciencia? —se preguntó a sí mismo.

                      —¡Que hable la media negreza, intruso!








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