Page 178 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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la proposición durante unos instantes—. Muy bien,
voy a intentarlo, incluyendo un comando de retar‐
do para poder retornar luego a la conciencia plena
y establecer la comparación. Ahora, podéis quemar
ese pájaro muerto.
La máquina zumbó y de pronto quedó deteni‐
da, inmóvil, sin acabar de ejecutar el último marti‐
llazo. Se tambaleó. Se ladeó. De súbito, volvió el
objetivo de la cámara hacia el martillo y, con gran
exactitud, descargó la herramienta sobre la lente.
Tras haberse cegado de esta manera, echó a andar
sobre unas piernas cortas de carne y hueso, y se
precipitó hacia la fragua, deteniéndose en medio de
las llamas. Sus piernas deformes empezaron a
chamuscarse, se carbonizaron y se desintegraron,
con lo que la masa principal de la máquina cayó en
el fuego. Espantada, la esclava encadenada se puso
a accionar la bomba con frenesí hasta que empezó a
desbordar el aljibe.
—Un diablo menos —hizo mofa Muthoni.
En seguida puso el gallo espetado sobre el fue‐
go y se puso a darle vueltas, sin molestarse siquiera
en sacarle las vísceras. Mejor. Así no habría necesi‐
dad de rellenarlo con nada Ya estaba lleno.
—Creí que se trataba de un consejo sincero —
se espantó Denise.
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