Page 179 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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—Como el viejo Knossos le dijo a Sean: «Sólo el
que puede destruirse a sí mismo está verdadera‐
mente vivo». ¿Lo ves? Eso es descubrir la naturale‐
za de la vida de una manera totalmente absurda,
pero perfectamente humana..., ¡y que parece per‐
fectamente razonable a esos circuitos inhibidos!
Quizás espera resucitar como ser vivo por haber
sido capaz de imaginar esa estrategia. Como pes‐
cado, ¡yo que sé! Como algo de eso que lucha por
ascender. A lo mejor acabo de hacerle un favor.
En aquel instante empezaron a mojárseles los
pies. El agua corría en dirección a la fragua, y se
puso a hervir y echar vapor cuando alcanzó la base
de la misma.
—Pero ¿por qué se cegó a sí misma?
—Para poder ver... dentro de sí misma.
—¡Pobre! —se compadeció Denise—. La hemos
destruido. No era ningún diablo. No hay diablos en
el Infierno. Sólo nosotros. Nosotros somos los dia‐
blos.
—¡Eh! —gritó Sean—. ¡Esto va a explotar si le
entra el agua! ¡Para! —le ordenó a la mujer encade‐
nada. En vez de hacerle caso, la loca bombeó con
redoblado brío mientras su robot maestro armero
se consumía en las llamas. Sean corrió a arrancar la
manivela de la bomba de aquellas manos arruga‐
das, pero éstas volvieron a agarrarla. Recogió del
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