Page 190 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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cambiarse a sí mismos. Esos si que eran entendidos

               en la Obra.

                      —Pero, al menos, era la alquimia pura y sim‐


               ple,  y  no  la  alquimia  pasada  por  la  mente  de  un

               pintor chiflado —saltó Muthoni.

                      Sean frunció el ceno


                      —El Bosco estaba en sus cabales, o de lo con‐

               trario no habría sobrevivido u su propia imagina‐

               ción. Tal vez el pasar intactos por ente Infierno sea


               una prueba de salud mental... No, no una prueba

               exactamente: un medio de salud. De una salud de


               orden  superior.  ¡Lo  que  es  locura  para  el  uno,  es

               cordura para el otro!

                      —¡En el Infierno todos están locos! —se empe‐


               cinó Muthoni—. Esas masas que luchan, esos mú‐

               sicos...  ¡todos!  Confieso  que  yo  también  me  volví


               loca. Fue fácil. Me limité a seguir el camino del mí‐

               nimo gasto de energía.

                      —Todos  somos  locos  en  potencia,  Muthoni.


               Los  tres  cerebros  del  hombre  no  están  completa‐

               mente integrados. ¡Los viejos programas de feroci‐

               dad acechan bajo la superficie! Quizá no sea preci‐


               so  dar  expresión  a  ese  conflicto...,  quizá  debamos

               volvernos locos para sanar. Mira: el inconsciente es

               el  Infierno,  pero  también  es  la  salvación...  Así  co‐


               mo, a veces, la esquizofrenia es el único camino pa‐

               ra  la  reintegración.  Sólo  que  nosotros  todavía  no

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