Page 191 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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nos hemos vuelto locos, aunque hayamos estado al

               borde del precipicio —explicó Sean mientras apre‐

               taba con cordialidad la moteada mano de Muthoni.


                      —Por lo mismo, un exceso de razón es la locu‐

               ra —dijo Denise con suavidad—. De modo que, al

               fin y al cabo, tal vez estemos todos locos.


                      —Llevadme hacia allá —dijo Jerónimo, con un

               ademán hacia el erial de hielo.

                      —¿Por qué? —desconfió Sean—. Creí entender


               que no hay orientación definida en el Infierno.

                      —Si  no  vas  tú,  con  tus  propias  fuerzas  —dijo


               con firmeza Muthoni—, entonces estás siguiendo el

               camino de la energía mínima en la órbita de tu lo‐

               cura particular. Y no harás otra cosa sino girar den‐


               tro de esa órbita ad infinitum, como si dieses vueltas

               a una pista de circo empujando una pelota con la


               nariz.

                      —Hasta desgastarla, y salir otra vez al espacio

               libre —asintió Jerónimo—. Así es como se sale del


               Infierno. Tenéis que desgastarla.

                      —¿El qué? ¿La nariz? —rió Denise.

                      —¡La pista, cabeza loca!


                      —Es raro —interrumpió Sean—. La repetición

               incesante  debería  reforzar  las  pistas  en  la  psique.

               Pero aquí...


                      Consideraba  su  propia  reacción  ante  la  omni‐

               presencia del dolor.... y que ya no era de dolor, sino

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