Page 237 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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a despejarse.... del dolor al menos, aunque no de
aquella feliz sensación jocunda que ahora retorna‐
ba plenamente.
Denise se alzó de entre un revoltijo de cuerpos
y le miró con los ojos semicerrados.
—Jʹai la gueule de bois —se lamentó mientras se
rascaba la cabeza.
—Toma un poco de vino, Denise —la invitó
Sean, y le tendió una jarra—. Te aclarará la cabeza.
El negro asiático se burló:
—¡Así que Dionisio es una mujer! ¡Menuda
fiesta vamos a tener hoy!
Arriba, la gaita empezaba a ensayar un tema:
toque de diana en la Última Parada. Al poco rato
los parroquianos ya bebían y cantaban en celebra‐
ción del desayuno...
El negro se hizo sitio en el banco entre Muthoni
y Denise, a las que rodeó con uno y otro brazo
mientras sonreía a Sean, condescendiente.
—Si esto no es amor, tendrá que servir como si
lo fuese. ¡Ahora propongo un brindis! A la dama
blanca Dionisio. Y a la blanca, o por mejor decir
medio blanca... ¿Cómo dijiste que te llamabas, cari‐
ño?
—Muthoni.
(Procurando apartarse con disimulo.)
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