Page 239 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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han alcanzado la fase definitiva: la de la laxitud
dionisiaca, bien cerca del Diablo laxado. Aquí, en
esta taberna, suprimen deliberadamente el intelec‐
to. Porque el Diablo es un intelectual. Tal vez sea
ésa la ruta de los que han pensado en exceso, de los
que han raciocinado acerca de esos eventos incons‐
cientes. Ahora prefieren ahogar sus pensamientos,
embotarlos con la bebida.
Quizá, pensó Sean entre los vapores (la intui‐
ción le llegó como un flato del mismo vino), el solí‐
cito es el Diablo y no ese Dios caprichoso, embar‐
gado por Knossos. El Diablo es el lado legalista y
analítico de Dios, alienado de Él ya que Dios es to‐
do paradoja. Por eso el Diablo se sienta en el In‐
fierno y devora, digiere y expulsa una persona tras
otra, mientras se devana loe sesos sobre ellas lo
mismo que una de esas valerosas máquinas...
Sean se puso de pie, vacilante.
—Vámonos —ordenó a Denise y a Muthoni, y
al ver que Jerónimo andaba también por allí, con
una sonrisa vacua en sus facciones, le llamó—:
Hemos de continuar nuestro camino.
—Vete al diablo —rió Muthoni—. Yo pienso
divertirme.
—Justamente, ahí es donde pienso ir. Al Dia‐
blo. Arriba, doctora Muthiga. Pasaremos sin damos
cuenta.
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