Page 339 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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vivirá  gracias  a  su  administración.  Y  lo  mismo  el

               sociólogo principal. Y el psicólogo jefe. Pero yo es‐

               toy también allí: el transmutador, el alquimista es‐


               piritual. Estoy oculto entre los demás colonos, dis‐

               frazado de bioquímico y xenobiólogo bastante bri‐

               llante.


                      —Y  ahora  estás  aquí.  De  manera  que  te  ocul‐

               taste, y he aquí tu persona. ¡En eso no hay ningún

               plan maestro!


                      —Sí lo hay.

                      —Es una pura coincidencia que hayas aterriza‐


               do en un lugar donde pudiste descollar.

                      —¿Una coincidencia increíble? —sonrió Strauss

               con  expresión  bastante  equívoca,  y  se  quedó  mi‐


               rando al cielo con aire pensativo, como si se sintie‐

               ra ligado a otras islas azules más allá de la oscuri‐


               dad—.  Yo  estoy  en  todas  las  expediciones,  Sean,

               bajo un nombre u otro. Como un mecanismo de re‐

               lojería.  Ganando  tiempo,  para  mí  o  para  mi  des‐


               cendencia. ¿Lo entiendes, Sean? Se hizo una clona‐

               ción  conmigo.  Porque  el  viaje  estelar  es  alquimia.

               La nave espacial es el matraz espagírico donde la


               esencia de la humanidad es aislada, preparada pa‐

               ra un cambio radical. Y las estrellas nuevas son los

               hornos.








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