Page 34 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
P. 34

—¡Ah, no! Nada de eso —sonrió el hombre con

               ironía—.  No  me  lo  he  inventado.  Jerónimo  es  mi

               verdadero  nombre,  aunque  entiendo  lo  que  ha


               querido insinuar. Sin duda, mi nombre obedece al

               sentido del humor de Él, ¡o a su sentido de la pro‐

               piedad!  Al  menos  veo  que  habéis  comprendido


               dónde estáis.

                      —Según  mi  compañero  Sean,  estamos  en  un

               cuadro medieval de no sé qué pintor holandés —


               dijo  Paavo  con  el  ceño  fruncido—.  Mire,  nuestra

               nave se ha desconectado. El ordenador no admite


               instrucciones, la radio y los propulsores no funcio‐

               nan. ¿Quién lo hizo?

                      —Evidentemente, habrá sido Él.


                      —¿Y quién es Él, si puede saberse? —preguntó

               Muthoni.


                      Jerónimo hizo un gesto como queriéndole qui‐

               tar importancia a su respuesta:

                      —¡Ah! Es Dios. A falta de mejor nombre o de


               mejor pronombre. Es nuestro Dios. Vive allá, hacia

               Occidente.  Esa  nave  de  ustedes  no  encaja  en  el

               cuadro, ¿saben? Pero de todos modos sean bienve‐


               nidos. Tranquilícense, procuren pasarlo bien. ¡Qui‐

               zás aprendan algo! Este mundo se ocupará de ello.

               Hay mucho que aprender aquí.


                      Sean  se  tranquilizó.  Y,  ¿por  qué  no?  La  brisa

               era tan dulce después del aire estancado de la nave,

                                                            34
   29   30   31   32   33   34   35   36   37   38   39