Page 40 - El Jardin De Las Delicias - Ian Watson
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llevaba muchos óvulos humanos, lo mismo que de

               animales.  Todos  los  óvulos  fertilizados  que  traía‐

               mos viven ahora: como adultos o como transmuta‐


               dos.  Jerónimo  hizo  un  ademán  en  dirección  a  un

               gran  lenguado  manchado  que  avanzaba  a  saltos

               sobre  la  hierba.  Aunque  la  reducida  gravedad  lo


               hiciera más llevadero, sin duda que ese sistema de

               locomoción le suponía un gran esfuerzo, pero, no

               obstante, el pez parecía casi complacido de poder


               reptar de aquella manera.

                      Muthoni apuntó con el pulgar a la pareja que


               había estado haciendo el amor cabeza abajo, y que

               ahora yacía sobre la hierba con los dedos entrela‐

               zados,  jugando  a  crear  una  música  silenciosa  de


               presiones mutuas, a inventar un signo especial de

               saludo con las manos, un apretón de reconocimien‐


               to definitivo.

                      —¿Quiere decir que ésas son copulaciones es‐

               tériles, no funcionales, como los juegos prepubera‐


               les? —preguntó con una risita, consciente del con‐

               traste  entre  el  carácter  clínico  de  la  pregunta  y  la

               intimidad a que se refería.


                      Dilataba las ventanas de la nariz mientras olfa‐

               teaba el almizcle, la algalia y la menta.

                      —¡Hum! Esa no es su función. No han de servir


               para hacer hijos. Al menos no todavía. Compene‐




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