Page 19 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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Que nuestro camino nos llevó en primer lugar por
prados verdes y prodigiosamente bellos, y que después de
éstos hallamos la impenetrable jungla de los trópicos. Que tan
sólo pudimos abrirnos paso por la espesura gracias a nuestros
tres guías. Que dos de los indios iban siempre más adelante y,
cuando era necesario, cortaban ramas con sus largos cuchillos
para despejarnos el camino, seguidos por varios soldados que
los protegían de las bestias salvajes y de los enemigos,
mientras que el tercer guía, por lo general, me acompañaba a
mí, y a los señores Vasco de Aguilar y Gerónimo Núñez de
Balboa.
Que nuestra marcha tuvo lugar hacia el final de la
estación seca, tras la cual empiezan en Yucatán y en otras
partes de esta tierra varios meses de lluvias. Que, aun
hallándonos muy lejos de los asentamientos de los indios, nos
llegaba olor a cosa quemada, y que el humo enturbiaba la faz
del sol, ya que, en abril y mayo, antes de empezar la estación
de las lluvias, los indios queman buena parte de la selva y de
los arbustos a fin de disponer de la tierra para los cultivos del
año venidero. Que todas las tierras llanas de los mayas se
cubren de humo durante estas semanas y después caerán
fuertes lluvias, y que hacia diciembre los indios, en esta tierra
que se ha vuelto fructífera por la ceniza y se ha abrevado con
la lluvia, plantarán el maíz, que crece en ella con inusitado
vigor, de tal manera que un solo campesino alimenta a veinte
personas.
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