Page 20 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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D Dm mi it tr ry y   G Gl lu uk kh ho ov vs sk ky y                                                                                                                              S Su um me er rk ki i   ( (C Cr re ep pú ús sc cu ul lo o) )


                  Que,  por  orden  de  fray  Diego  de  Landa,  evitamos  las

           sendas  transitadas,  y  por  ese  motivo  avanzamos  con  suma

           lentitud.  Que  en  un  primer  momento  dejamos  atrás  los


           carruajes  y  quisimos  ordenar  que  unos  pocos  soldados  los

           llevaran  de  vuelta;  pero  entonces  los  guías  nos  condujeron


           por  un  camino  antiguo  que  las  copas  de  los  árboles,  al

           juntarse, ocultaban a miradas extrañas, y que estaba orlado

           de imágenes de piedra, semejantes a los grotescos gnomos que


           yo  había  visto  ya  en  los  antiguos  templos  mayas  de  Maní.

           Que  entonces  llegamos  a  unas  lápidas  de  piedra  erectas,


           cubiertas de diminutos símbolos, de los que me había puesto

           al  corriente  fray  Diego  de  Landa  en  el  curso  de  nuestras

           conversaciones;  al  parecer  son  las  letras  de  la  lengua  de


           Yucatán, y él las ha descifrado.


                  Que nuestro viaje transcurrió durante los primeros días

           sin impedimentos ni dificultades. Que a lo largo del camino

           las  aldeas  de  los  indios  se  hicieron  cada  vez  más  escasas,  y


           que,  una  vez  que  nos  hubimos  adentrado  en  la  selva,  no

           vimos  a  ningún  otro  ser  humano.  Que  tampoco  nos


           importunaron animales salvajes, y tan sólo en una ocasión,

           de noche, un guardia oyó en la espesura la voz cercana de un

           jaguar;  pero,  aun  cuando  lleváramos  caballos,  el  animal  no


           nos siguió, y nuestros acompañantes indios pensaron que se

           trataba de un signo favorable.


                  Que hubo suficiente para que comiéramos tanto nosotros


           como los soldados y nuestros guías, porque llevábamos cecina

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