Page 21 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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y tostadas de maíz, y además los guías buscaron para
nosotros frutos comestibles en la selva, y en varias ocasiones
fueron de caza y nos trajeron araguatos muertos, y en el
cuarto día abatieron con sus flechas a un venado, cuya carne
distribuimos a partes iguales entre los soldados, y los
cazadores recibieron el doble.
Que en el quinto día de camino, mientras la expedición
descansaba, uno de los guías, Gaspar Xiu, se sentó a mi lado
y me preguntó en susurros si sabía la razón por la que fray
Diego de Landa nos había encomendado el viaje. Que tuve
presente la circunspección que se pedía de nosotros y le
respondí que se nos había encargado la búsqueda de ciertos
libros y su transporte hasta Maní, y que no sabía nada más.
Que Gaspar Xiu me miró largamente y entonces se marchó, y
me quedé con la impresión de que no me había creído.
Que al día siguiente, en el que yo cabalgaba en la
retaguardia de la expedición con el fin de vigilar los carruajes,
el otro guía, el mestizo Hernán González, me exhortó a
quedarme más atrás para que nuestros compañeros de viaje
no nos oyeran, y me reveló que en ciertos territorios mayas, y
muy especialmente en Mayapán, Yaxuna y Tulum, los
soldados españoles habían quemado libros e ídolos de los
indios. Que el tal Hernán González me preguntó por qué
actuaban de ese modo y si se me habían impartido a mí
instrucciones semejantes. Que yo, aunque me imaginara el
motivo por el que fray Diego de Landa nos había
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