Page 299 - Sumerki - Dmitry Glukhovsky
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           sacbé empedrado con piedra blanca que me llevaba a un

           destino ignoto y me robaba fuerzas con cada paso que

           daba.



                  ¿Había sabido el autor que su crónica dispondría de

           fuerzas mágicas que agarrarían al lector desprevenido

           como los tentáculos de un mítico kraken y lo arrastrarían


           con toda la vulgaridad de su vida cotidiana al maelstrom

           de una historia fantástica y llena de color como las de


           García Márquez?


                  ¿Era  el  propio  autor  quien  había  insuflado  esa

           fuerza  en  su  creación?  Yo  tenía  la  esperanza  de

           encontrar  al  final  de  la  crónica  las  respuestas  a  todas


           estas preguntas que daban vueltas dentro de mi cabeza

           como las abejas en un panal. Parecía que fuese el propio

           libro  el  que  me  arrastraba,  el  que  me  cautivaba  con


           todos los señuelos que yacían ocultos entre sus líneas.

           Pero, cuanto más me dejaba seducir, más me enredaba


           en  sus  lazos,  mientras  que  las  respuestas  que  eran  el

           objeto de mis anhelos titilaban en el horizonte sin llegar

           a concretarse, como un espejismo.



                  Tal vez la demora de las palabras que tendrían que

           aclarármelo  todo  fuese  una  de  las  pruebas  que  debía

           superar. Si lograba imponerme a mi propia decepción y


           reprimía  el  mal  humor,  quizá  al  final  me  ganara  la

           solución.




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