Page 103 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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indecible furia contra su situación.


                   Finalmente,  en  el  colmo  de  la  ira,  corrió  a  la


            ciudad, y dijo al periódico que rompía su contrato,


            tras lo cual se marchó en un estado de ánimo muy


            parecido al odio.


                   1 metro y 7 centímetros.


                   A  tres  kilómetros  de  Baldwin,  uno  de  los



            neumáticos se reventó con un estallido similar a la


            detonación de una escopeta.


                   Sobresaltado, Scott se agarró al volante mientras


            el Ford avanzaba haciendo eses y dejando anchas


            marcas  de  neumático  en  el  pavimento.  Necesitó


            toda la fuerza de sus brazos para evitar que el coche


            se estrellara contra la valla metálica central. Con el


            volante oscilando entre sus manos, sacó el coche de


            la autopista.



                   Unos veinticinco metros más allá, frenó y cerró


            el  contacto.  Permaneció  sentado  unos  momentos,


            mudo,  mirando  al  frente  con  ojos  airados.  Sus


            manos  eran  dos  puños  de  blancos  nudillos  en  el


            regazo.


                   Al fin habló:


                   —Oh,  maldito  hijo  de…  —la  rabia  le  hizo



            estremecer—.  Adelante  —dijo,  con  la  furia


            escondida tras la paciencia de su tono—. Adelante.


            Desembucha. Claro que sí. Adelante; ¿por qué no?


            —le castañetearon los dientes—. Sin embargo, no te






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