Page 108 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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ojos.


                   —Me has hecho daño, muchacho —dijo—. Has


            causado estragos en mis nudillos, ¿eh? —la risita


            del  hombre  fue  líquida,  como  si  saliera  de  una


            garganta llena de agua.


                   Scott sonrió automáticamente mientras volvía a


            sentarse.  El  coche  apestaba  a  whisky  y  humo  de



            cigarro. Tosió con la mano delante de la boca.


                   —Leven anclas, a plomo —declaró el hombre.


            Dio  un  golpecito  al  cambio  de  marchas  hasta


            colocarlo  en  primera  y  el  coche  se  puso  en


            movimiento, tras dar un pequeño salto—. Fermez la


            porte, muchacho, fermez la maldita porte.


                   —Ya lo he hecho —le contestó Scott.


                   El hombre le miró de soslayo, como si estuviera


            encantado:



                   —Veo  que  entiendes  francés,  muchacho.  Un


            muchacho                        excelente,                     un              muchacho


            extremadamente simpático. A su salud, señor.


                   Scott sonrió imperceptiblemente. A él también


            le hubiese gustado estar borracho, pero toda una


            tarde  bebiendo  en  el  reservado  de  una  oscura


            taberna no le había hecho efecto.



                   —¿Vives en esta tierra tan húmeda, muchacho?


            —preguntó  el  corpulento  individuo.  Empezó  a


            darse palmadas en el pecho.


                   —En la próxima ciudad —dijo Scott.






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