Page 107 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
P. 107

un camarero, para que éste accediera a servirle una


            bebida?


                   —¿Estás solo, jovencito? —volvió a preguntar el


            hombre.


                   —Voy de camino a casa —dijo Scott.


                   —¿Tienes  que  ir  muy  lejos?  —una  voz


            inteligente, algo apagada. Scott vio que el hombre



            meneaba la cabeza. «Tanto mejor», pensó.


                   —Hasta  la  ciudad  más  próxima  —dijo—.


            ¿Querría  ser  tan  amable  de  llevarme,  señor?  —


            agudizó deliberadamente el ya agudo tono de su


            voz.


                   —Naturalmente,  muchacho,  naturalmente  —


            dijo el hombre—. Sube y que tengamos bon voyage,


            tú, yo y el Plymouth, cosecha del cincuenta y cinco


            —metió  la  cabeza  como  una  tortuga  asustada.



            Desapareció en la concha de su automóvil.


                   —Gracias, señor.


                   Era una forma de masoquismo aquel jugar a ser


            un niño y llevar el papel hasta el límite, y Scott lo


            sabía. No entró hasta que el corpulento individuo


            se  hubo  enderezado  completamente  y  estuvo


            sentado ante el volante. Entonces subió al asiento.



                   —Siéntate                  aquí,            muchacho,                    siéntate…


            ¡Cuidado!


                   Scott dio un salto al sentarse en la enorme mano


            del hombre. El hombre la retiró y la puso ante sus






                                                                                                          107
   102   103   104   105   106   107   108   109   110   111   112