Page 104 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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detengas simplemente por un neumático pinchado
—dijo, hablando entre dientes—. Arruina el
generador. Funde las bujías. Rompe el radiador.
¡Salta por los aires, maldito hijo de perra! —una
rabia apoplética le dominaba.
Se recostó en el asiento, agotado, con los ojos
cerrados.
Al cabo de unos minutos, alzó la manivela de la
portezuela y la abrió. El aire frío le envolvió. Se
subió el cuello del abrigo, movió las piernas y bajó
del alto asiento.
Aterrizó sobre la gravilla, boca abajo, con las
manos extendidas para amortiguar el golpe. Se
levantó rápidamente, maldiciendo, y lanzó una
piedra a la carretera. «¡Con mi suerte, romperé la
ventanilla de un coche y le sacaré un ojo a una
anciana!», pensó furiosamente.
Empezó a temblar, mientras miraba el coche,
inclinado sobre el neumático pinchado. Estupendo
—pensó—, realmente estupendo. ¿Cómo diablos iba a
cambiarlo? Le rechinaron los dientes. Ni siquiera
era bastante fuerte para eso. Y, naturalmente, Terry
no había podido vigilar a los niños y Lou tuvo que
quedarse en casa. Era lo único que faltaba.
Un espasmo le sacudió de pies a cabeza. Hacía
frío. Hacía frío en esa noche de mayo. También eso
era de esperar. Incluso el clima estaba en contra
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