Page 109 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
P. 109
—En la próxima ciudad, en la siguiente ciudad
—dijo el hombre, sin dejar de darse palmadas—. En
el pueblo adyacente, en la aldea yuxtapuesta. ¡Ah,
Hamlet! Ser o no ser, ésa es la… ¡Maldita sea, una
cerilla! ¡Mi reino por una cerilla! Eructó. Fue como
el rugido de un leopardo.
—Utilice el encendedor del salpicadero —dijo
Scott, que estaba deseando volver a ver las dos
manos del hombre sobre el volante.
El hombre le miró de reojo, aparentemente
sorprendido.
—Un muchacho brillante —dijo—. Un
muchacho inteligente. Por Dios que adoro a los
muchachos inteligentes… —su burbujeante risita
invadió el maloliente automóvil—. Mon Dieu.
Scott se puso súbitamente en tensión cuando el
hombre se inclinó hacia adelante, sin mirar siquiera
la carretera. Apretó el encendedor y volvió a
incorporarse, rozando el hombro de Scott.
—Así que vives en la próxima ciudad, mon cher
—dijo—. Eso es… una noticia fascinante —otro
eructo, similar al rugido de un leopardo—. Vengo
de una cena con el viejo Vincent —dijo el hombre.
El sonido que salió de su garganta podía muy bien
interpretarse como divertido. Asimismo podía
indicar un comienzo de estrangulación—. El viejo
Vincent —repitió tristemente el corpulento
109

