Page 112 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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pensó—. Quiero acostarme y olvidarme de quién soy y


            lo que me está sucediendo. Lo único que quiero es irme a


            la cama.


                   —¿Vives por aquí? —preguntó el hombre.


                   —En la próxima ciudad.


                   ―Muy bien —dijo el hombre.


                   Un  momento  de  silencio.  Después,  el  hombre



            dijo:


                   —Mujeres.  Todas  son  iguales  —eructó—.


            ¡Malditas sean! —miró a Scott. El coche se dirigió


            hacia  un  árbol—.  Y  mi  querido  Vincent  —dijo  el


            hombre— dejó de mirar a los hombres. Se hundió


            en las arenas movedizas de…


                   —¡Vamos a chocar con ese árbol!


                   El hombre volvió la cabeza.


                   —Ya está —dijo—. Rumbo corregido, capitán.



            Otra vez en la silla. Y mi amigo es un… ―volvió a


            mirar a Scott, como si se tratara de un comprador


            examinando  la  mercancía.  —Tú  tienes…  —dijo,


            frunciendo  los  labios  y  calculando.  Se  aclaró


            violentamente la garganta—. Tienes doce años —


            dijo—. ¿Primer premio?


                   Scott tosió nuevamente.



                   —Primer premio —repuso—. Cuidado.


                   El hombre enderezó el volante y su risa terminó


            en un nuevo eructo.


                   —Una edad de grandes posibilidades, querido






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