Page 117 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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querido niño? ¿Acaso tú, a tu tierna edad, puedes
comprender mis…?
—Señor, quiero apearme —dijo Scott.
Su voz era la misma de un muchacho, medio
airada y medio asustada. Y lo más horrible era que
no sabía exactamente si en ella había más
fingimiento que realidad o al revés.
El hombre frenó bruscamente y entró en el arcén
de la carretera.
—Pues déjame, déjame —dijo con amargura—.
No eres diferente de los demás, claro que no.
Scott abrió la portezuela con manos
temblorosas.
—Buenas noches, dulce príncipe —dijo el
corpulento individuo, buscando a tientas la mano
de Scott—. Buenas noches y que sueñes con cosas
muy agradables —un jadeante hipo interrumpió su
discurso de despedida—. Yo sigo adelante, vacío,
vacío…, vacío. ¿Querrás darme un beso? Porque el
adiós, el adiós…
Pero Scott ya había bajado del coche y corría
directamente hacia la estación de servicio que
acababan de pasar. El hombre giró su enorme
cabeza y observó al joven huyendo de él.
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