Page 123 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Cogiendo  el  pesado  alfiler,  lo  tiró  al  suelo;


            después,  bajó  de  la  plataforma  de  cemento  y  lo


            recuperó.  «Ahora  tendré  que  encontrar  otro  sitio


            para dormir», pensó. Era divertido. Quizá incluso


            tuviera  que subir  al precipicio  en busca  de  aquel


            pedazo  de  pan  seco.  Esto  también  era  divertido.


            Meneó la cabeza mientras se encaminaba hacia la



            caja de cartón y los rayos de sol relucían sobre su


            cabeza.


                   Era como cuando rompió el contrato. Pesaban


            sobre él todas las facturas, la cruel inseguridad y los


            problemas  de  la  adaptación.  Trató  de  volver  al


            mundo. Se lo pidió a Marty, y éste accedió de mala


            gana.  Pero  no  dio  resultado.  Fue  de  mal  en  peor


            hasta que un día Therese le vio tratando de subir a


            una  silla  y  le  cogió  como  a  un  niño  y  le  colocó



            encima.


                   Se  indignó  y  fue  al  despacho  de  Marty;  pero


            antes de que pudiera decir una sola palabra, Marty


            le mostró una carta que tenía frente a sí. Era de la


            Administración  de  Veteranos.  El  préstamo  del


            Gobierno había sido denegado.


                   Y aquella tarde, cuando se dirigía a su casa y el



            mismo  neumático  se  reventó  por  segunda  vez  a


            media  manzana  del  apartamento,  Scott  no  pudo


            evitar echarse a reír estrepitosamente, con una risa


            tan histérica que se cayó de su asiento especial, saltó






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