Page 124 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
P. 124

sobre el normal y aterrizó en el suelo.


                   Era el único medio: autodefensa, un mecanismo


            que  el  cerebro  activaba  para  protegerse  de  la


            explosión;  un  alivio  cuando  las  cosas  se


            complicaban demasiado.


                   Cuando llegó a la caja de cartón, se apresuró a


            trepar por ella, sin molestarse en comprobar si la



            araña  estaba  esperándole  en  el  interior  o  no.  Se


            dirigió  a  largas  zancadas  hacia  el  costurero  y


            encontró  un  pequeño  dedal.  Necesitó  toda  su


            fuerza para subirlo por la colina de trapos y sacarlo


            por la abertura.


                   Hizo rodar el dedal por el suelo como si fuera


            un  gigantesco  tonel,  con  el  alfiler  clavado  en  su


            túnica de pañuelo, de modo que lo arrastraba sobre


            el cemento a medida que avanzaba.



                   Al llegar al calentador pensó en subir el dedal


            hasta la parte superior de la plataforma de cemento,


            pero  después  se  dio  cuenta  de  que  pesaba


            demasiado y lo empujó hasta adosarlo a la base de


            la  plataforma,  donde  el  torrente  de  agua  lo  llenó


            rápidamente.


                   El  agua  estaba  un  poco  sucia,  pero  eso  no



            importaba. Cogió un poco con las manos y se lavó


            la cara. Era un lujo del que no disponía desde hacía


            meses. También le hubiera gustado poderse afeitar


            la abundante barba; aquello habría sido estupendo.






                                                                                                          124
   119   120   121   122   123   124   125   126   127   128   129