Page 130 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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corrió  junto  a  la  base  hasta  la  gran  sombra  del


            depósito de combustible. Con los ojos clavados en


            el gigante, corrió por debajo del depósito, dejó atrás


            la escalerilla, pasó por debajo de la mesa de metal


            roja  y  de  la  mesa  de  mimbre,  sin  apenas


            sobresaltarse  cuando  la  estufa  se  conectó


            nuevamente.  A  su  espalda,  el  gigante  seguía



            manipulando en las entrañas del calentador. Scott


            llegó al pie de las escaleras.


                   El primer escalón se alzaba a quince metros por


            encima de él. Paseó por debajo de la helada sombra


            que  proyectaba,  mirando  la  empinada  pendiente


            que el sol iluminaba como un dosel de oro. Eran las


            primeras horas de la mañana, y la parte trasera de


            la casa estaba orientada hacia el éste.


                   Corrió  velozmente  a  lo  largo  del  escalón,  que



            debía tener la longitud de una manzana de casas,


            en busca de un lugar por donde subir. Pero no había


            nada, excepto un estrecho pasadizo vertical en el


            extremo de la derecha, donde el mortero entre dos


            bloques  de  cemento  se  había  contraído,  dejando


            una  chimenea  de  tres  lados  y  del.  Grosor


            aproximado  de su  cuerpo. Tendría  que subir  por



            ella  como  hacían  los  escaladores,  apuntalándose


            con  la  espalda  y  las  suelas  de  las  sandalias,  y


            trepando centímetro a centímetro con la sola ayuda


            de sus piernas. Era un camino terriblemente difícil,






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