Page 135 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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máscara de líneas y arrugas. Iba a subir hasta allí, y


            eso era todo.


                   Miró a su alrededor.


                   Apilada  contra  la  pared,  junto  al  montón  de


            troncos, había una colina de piedras, hojas y astillas


            de madera. Mucho tiempo atrás, en una vida que


            ahora le parecía más imaginaria que real, él mismo



            las había barrido y las había arrinconado allí en un


            insólito acceso de pulcritud.


                   Echó a correr hacia el montón. Se elevaba por


            encima de él como una colina de troncos gigantes y


            enormes  rocas,  algunas  tan  altas  como  casas.


            Confiaba en poder arrastrar alguna de ellas hasta la


            base  del  escalón,  por  lo  menos  lo  suficiente  para


            apuntalar la paja en ella y ganar un metro y medio


            de los tres que le quedaban. El resto de la distancia



            podría cubrirla con un gran salto, tal como había


            hecho  al  trepar  a  la  superficie  de  la  mesa.  «Pero


            estuviste a punto de caerte», se recordó a sí mismo.


            «Si  no  hubiera  sido  por  el  asa  de  la  lata  de


            pintura…».


                   Hizo  caso  omiso  de  la  reflexión.  Aquello  no


            admitía discusiones. Todos y cada uno de sus actos



            desde que se encontró en el sótano habían estado


            dedicados  a  la  esperanza  de  subir  aquellas


            escaleras. Al principio las había subido y bajado un


            centenar  de  veces,  siendo  detenido  por  la  puerta






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