Page 137 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Con un gruñido de satisfacción, empujó el peso


            muerto de la segunda piedra hasta el escalón. Allí,


            con los dientes apretados y el cuerpo estremecido


            por el cansancio, consiguió alzarla hasta colocarla


            encima  de  la  primera  piedra,  pero  notó  una


            contracción en la espalda cuando lo hizo. «Te estás


            desintegrando, Carey», se dijo. Resultaba divertido.



                   Descubrió que la segunda piedra se balanceaba


            ligeramente sobre la primera. Tuvo que rellenar los


            huecos  existentes  entre  las  dos  superficies  con


            trozos de cartón. Una vez hecho esto, se encaramó


            sobre ella y dio unos cuantos saltos. Por lo que él


            podía  comprobar,  su  pequeña  plataforma  era


            segura.


                   Miró con inquietud hacia el gigante, que seguía


            trabajando  en  el  calentador…,  pero  ¿por  cuánto



            tiempo?  Saltó  de  la  piedra  al  suelo,  sintiendo  un


            gran dolor en la espalda, y volvió hasta la colina


            renqueando.  Garganta  seca,  espalda  dolorida,


            brazos  inertes.  ¿Qué  vendría  después?  Un  viento


            helado sopló por encima de él y le hizo estornudar.


            «Después                 vendría              una          pulmonía»,                  pensó.


            Resultaba divertido. Bueno, casi.



                   El fragmento de corteza fue fácil de transportar.


            Se puso el extremo más fino sobre el hombro y echó


            a andar, encorvado, arrastrándola. Hacía cada vez


            más frío. De repente se le ocurrió que no sabía lo






                                                                                                          137
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