Page 139 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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Permaneció así unos minutos, respirando
profundamente, y dejando que sus músculos se
relajaran. «No hay tiempo para descansar», le avisó
el cerebro. Pero él le contestó: «Tengo que
descansar porque, de lo contrario, nunca llegaré a
la cumbre». Tenía que arriesgarse respecto al
tiempo que el gigante seguiría trabajando. Nunca
llegaría a la cima en un solo esfuerzo, eso estaba
claro.
Entonces fue cuando se le ocurrió la pregunta:
«¿Por qué hago todo esto?».
Por un momento se quedó completamente
inmóvil. ¿Por qué lo hacía? Todo habría concluido
en cuestión de pocos días. Él habría desaparecido.
¿Por qué todo aquel esfuerzo, entonces? ¿Por qué
aquella pretensión de continuar una existencia que
ya estaba condenada?
Meneó la cabeza. Era peligroso pensar así.
Seguir haciéndolo podría significar su final. Porque
un análisis detallado de la situación le demostraría
que todo lo que había hecho y estaba haciendo era
ilógico. Sin embargo, no podía detenerse. ¿Era
acaso porque no creía que el domingo todo habría
concluido? ¿Cómo podía dudarlo? ¿Acaso el
proceso había vacilado alguna vez, alguna siquiera,
desde que se inició? Ninguna. Tres milímetros y
medio al día, con la misma exactitud que un reloj.
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