Page 142 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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escurre―,  y  les  costara  desenredarse.  Apoyó  la


            palma de la mano en la zona dolorida de la espalda.


                   Unos momentos después trepó a la superficie de


            la  plataforma.  Con  un  nuevo  esfuerzo,  deslizó  el


            extremo de la paja en la ranura. Meneó la paja hasta


            colocarla en la posición más ventajosa, y después se


            sentó  a  fin  de  prepararse  para  la  ascensión.  El



            gigante seguía trabajando. Había tiempo suficiente.


            Claro que lo había.


                   Se  levantó  y  comprobó  la  firmeza  de  la  paja.


            «Muy bien», pensó. Inhaló aire rápidamente. Ahora


            saldría  de  allí.  Palpó  el  rollo  de  hilo  que  tenía


            encima  del  hombro  derecho.  Muy  bien.  Estaba


            dispuesto.


                   Empezó  a  trepar  por  la  caña,  milímetro  a


            milímetro, con extremo cuidado para no caerse. La



            caña  se  dobló  aún  más  bajo  su  peso.  Hubo  un


            momento en que se ladeó un poco y él tuvo que


            detenerse y enderezarla con varias sacudidas de su


            cuerpo.


                   Tras una pausa, reanudó la ascensión, con las


            piernas  enrolladas  en  torno  a  la  paja,  los  labios


            apretados  y  los  ojos  fijos  en  el  color  gris  del



            precipicio  de  cemento.  Cuando  llegara  a  la  parte


            superior  del  escalón,  bajaría  un  lazo  de  hilo  y


            alzaría la paja. Allí arriba no habría piedras donde


            encaramarla,  pero  ya  se  inventaría  alguna  cosa.






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