Page 147 - El Increible Hombre Menguante - Richard Matheson
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piedra, aterrizando de costado y desgarrándose la


            piel del brazo derecho. En la oscuridad, una roca se


            desplomó con gran estruendo a poca distancia de


            él, rozándole la palma de la mano derecha. Lanzó


            una exclamación de terror.


                   El gigante dijo:


                   —Lo encontraremos, gatito, lo encontraremos.



                   La  luz  llegó  nuevamente  hasta  él.  Con  un


            sollozo,  Scott  se  enderezó  y  volvió  a  lanzarse  de


            cabeza a la oscuridad. Una piedra cayó al suelo, y


            él cayó con ella. Volvió a levantarse y echó a correr


            por  el  suelo  de  la  caverna  medio  derrumbada,


            invadido  por  el  pánico.  La  caída  de  otra  roca  le


            envió volando por los aires hasta que se estrelló de


            cabeza contra una pared rocosa.


                   Mientras la oscuridad se adueñaba de su mente,



            sintió que la sangre se deslizaba cálidamente por su


            mejilla.  Tenía  las  piernas  inertes  y  las  manos


            extendidas como flores moribundas, y las rocas que


            caían iban construyendo una tumba alrededor de


            él.


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                   Al fin volvió a ver la luz.


                   Estaba  en  la  entrada  de  la  caverna,  mirando


            todo el sótano con ojos asustados.






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